Un árbol de olivo da la bienvenida a quien visita la exposición: José Saramago, La consistencia de los sueños que estará abierta al público hasta el próximo 3 de octubre, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
“No solamente es un escritor portugués, sino también es dar a conocer, la influencia, la importancia que este personaje, ha tenido a nivel de la literatura universal, ganador del Premio Nobel; y entonces, toda esta recopilación documental, de imágenes, de video, se encuentra conformando la consistencia de los sueños, que es precisamente la consistencia de los sueños”, Jonatan Chávez Sánchez, Coordinador de Voluntariado y Servicios al público, Museo Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Árbol de olivo como el de su natal Azinahaga, Portugal, en donde viera la luz José de Souza, el 22 de noviembre de 1922 y quien ya como escritor, adoptaría el apodo de su padre, para transformarse en José Saramago.
Árbol en cuyos frutos pueden leerse algunas frases del pensamiento crítico del escritor: “La historia no es más que una ficción”, “Con la corrupción no se puede pactar, no se puede pactar con un cáncer, haciendo como que no lo tenemos” “Sin dios, mi obra quedaría incompleta”.
“Por ejemplo vas a poder encontrar un olivo y quizá la gente se va a preguntar, bueno que hace aquí este árbol insertado en un corredor del museo, pues esta relación la encontramos porque Saramago, siempre estuvo vinculado al campo, siempre, el decía que desde niño le encantaba caminar por los olivares y perderse entre sus ramas y en ellas imaginar y crear cosas”.
Imaginación que se despierta en el visitante, al iniciar el recorrido con una video proyección de la balsa en la piedra, en la que se describe la ley de la vida: nacer, crecer reproducirse y morir.
Al ingresar a la primera sala, inicia el recorrido de lo que el curador de la exposición, Fernando Gómez ha denominado: Revisión antropológica del escritor, quizá más influyente de los últimos años.
“Porque vas a ver desde los años de infancia, desde las primera fotografías, desde el registro de nacimiento de Saramago, toda esa etapa en la que podíamos decir está en el anonimato José Saramago, no es el Saramago que conocemos”.
Es el ciudadano común, hijo de agricultores, el que tuvo que abandonar los estudios, luego de haber terminado el primer año de secundaria, el que se involucró con el partido comunista y que sufrió las consecuencias de la dictadura.
“Es el Saramago que también le toco vivir la dictadura, que le toca vivir la opresión o le toca vivir una revolución a raíz de ese derrocamiento de dictadura, entonces son muchos momentos que si nosotros los vamos juntando y vamos viendo la personalidad de Saramago, fue una persona que supo disfrutar la vida hasta el último momento”.
El hombre amante de las libertades y defensor de los oprimidos.
“Y que supo valorar cada uno de los, de los aspectos que son fundamentales al hombre, como es la libertad, la capacidad de pensar libremente, el poder andar por las calles, en fin todo este tipo de situaciones, nos hace referir a un Saramago, que no es el Saramago del premio Nobel, quizás que estamos acostumbrados a referir, sino es Saramago que está atrás, ese que también es tan anónimo o que fue tan anónimo como millones de personas”.
En esta muestra que se exhibe a lo largo de 7 salas, se pueden encontrar más de 1,600 objetos personales entre documentos, escritos, cartas personales y fotografías, que permiten acercarse a la intimidad del escritor de obras como el evangelio según Jesucristo.
“Sin duda alguna, porque también, las, la exposición está conformada con una, con un sentido en el cual hay elementos en los cuales nos podemos referir a la, a esos aspectos emotivos, personales, individuales de Saramago”.
En la muestra se puede ver a Saramago, recibiendo el Premio Nobel de Literatura en 1998, participando en marchas, apoyando al movimiento zapatista, con Fidel Castro, en su despacho o bien; apreciar sus credenciales como director del diario de noticias o militante del partido comunista de Portugal.
“Entonces si estás acercándote en cierta manera, de cierta manera a esa intimidad a esa forma a la que Saramago visualiza y entiende el mundo a través de su mirada, a través de su pensamiento, y entonces con ello nos lo transmite a nosotros”.
También se podrán encontrar objetos personales como lentes, pipas, su escritorio y su antigua máquina de escribir, quizá la compañera más fiel de este hombre que hasta sus últimos días demostró ser congruente.
“Entonces sí, efectivamente una, una gran congruencia, si así lo podemos llamar, una gran convicción también de la postura ideológica que manejó durante todo su tiempo, hasta el día de su muerte”.
En la última sala, el visitante podrá apreciar fotos de Saramago con sus amigos, entre ellos los escritores Gabriel García Márquez y Elena Poniatowska; además, de las crónicas de su muerte el 18 de junio de 2010, hace ya poco más de un años.
Es una exposición que no tiene desperdicio y que además, se encuentra enmarcada por las obras de otro grande, pero este mexicano y muralista, José Clemente Orozco, por lo que le sería un error no visitarla.
José Luis Guerra García