Justicia e igualdad, no abusos y arbitrariedad: Ministro Presidente Juan Silva Meza

Señoras y Señores:        

Hoy, una vez más nos reunimos para celebrar y reflexionar, las enseñanzas de uno de los mayores  reformadores de la historia nacional: Don Benito Juárez García.

Benito Juárez es sinónimo de los más grandes valores cívicos: honestidad y patriotismo; confianza en nosotros mismos; tesón, para salir adelante; para mejorar la propia vida con base en la constancia, el estudio, el trabajo y la responsabilidad, a pesar de cualquier tipo de desventaja u obstáculo.

Es también ejemplo, para quienes tenemos el honor y privilegio de servir a la patria.

Su vida, estuvo  orientada por la decisión de servir a los demás; por la vocación de preferir, siempre, el interés de todos; por la capacidad de poner en perspectiva amplia, los problemas nacionales; por entender,  que cada uno, tiene un papel que jugar,  para contribuir al crecimiento de la Nación.

A partir de esa orientación, nos dejó las que quizás sean las mayores de sus lecciones: actuar en consecuencia y sin titubeos.  Creer, que el nuestro, debía ser un país de leyes e instituciones.

Hoy, en tiempos de reforma y cambio, su ideario está vigente y sigue siendo el gran reformador que nos orienta, el padre fundador que delineó al Estado nación, como lo hemos conocido por generaciones.

El legado del Juárez, estadista, no puede verse alejado de la función jurisdiccional. 

En la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo tenemos muy claro: Juárez restauró a la institución a la que hoy pertenecemos.

Institución, que sigue obligada a ser garante de los derechos de todos y, con ello, factor decisivo de la unidad nacional, mediante la aplicación respetuosa de la Ley.

Juárez fue un estadista respetuoso y cuidadoso de la exacta aplicación de la ley, hasta el extremo y el sacrificio personal.  Juárez entendía bien que en las formalidades de la ley descansaba  la dignidad y credibilidad de la República.

Por eso, en cada uno de nuestros actos, honramos nuestro origen y nuestra encomienda. 

La visión juarista, adelantada por más de ciento cincuenta años a su tiempo, sentó las bases para la construcción de un México soberano, moderno, de un México  como dijimos, de instituciones y de leyes, sin castas ni fueros privilegiados. Un México, en el que  a partir del principio de igualdad, todos estamos bajo una misma ley, que a todos protege y a todos obliga. Sin importar la religión en la que creemos, la ideología política que profesemos, las preferencias personales que, nos definen.

En el contexto actual, a partir de la reforma constitucional que ha modificado nuestro juicio de amparo, es necesario recordar que, precisamente  Juárez promulgó la primera ley de amparo y que, al término de la Intervención, otro momento de urgencia nacional, emitió como parte de la reconstrucción del país una nueva, en enero de 1869.

La lección fue como siempre, exacta: sacrifiquemos lo que sea necesario: los intereses personales; los intereses partidistas; los intereses políticos; los intereses económicos; para así desde la constitución y la ley  proteger, y ponderar entre todos, los derechos de todos.

Por eso, es posible sostener, hoy, que los juzgadores federales, al realizar nuestra labor interpretativa  no  debemos equivocar el rumbo y las prioridades.  La verdadera seguridad es la que se construye en la legalidad.  El sistema se sostiene en la credibilidad y en la solidez del estricto cumplimiento de la ley.

Hoy los Jueces, Magistrados y Ministros, estamos atentos para aplicar el nuevo marco legal en materia de amparo y de derechos humanos, que exigen que, el nuestro, sea un país en el que imperen la justicia y la igualdad, no la arbitrariedad; justicia, basada en instituciones y procesos, que hagan que sea justicia de verdad;

No el abuso del poder, paso previo al autoritarismo y a la impunidad;

No la creencia de que la ley puede cumplirse a capricho. 

En el Poder Judicial queremos que imperen los valores y principios constitucionales. 

Estamos conscientes, de que el valor social de largo plazo, es la justicia, basada siempre en la constitución y las leyes.  Lo civilizado y lo correcto, el construir un Estado ético, limpio y justo, que no viole los derechos humanos de nadie.

Hoy los mexicanos queremos un país de leyes  e instituciones; un país de libertades y derechos, iguales para todos.

Hoy, nuestro México, tiene que ser el mejor México posible. 

Hoy, que una vez más, el país enfrenta un intenso proceso de transformación constitucional.

Hoy que es en las propias entrañas de nuestra Constitución, donde se gesta una nueva ética estatal.

Hoy, que una vez más, corresponderá al Poder Judicial Federal, a Jueces, Magistrados y Ministros, atender el desarrollo, del producto de esa gestación y ser punta de lanza, en la promoción, defensa, y  ponderación equilibrada, de los derechos de todas las personas, en el marco de nuestro estado democrático.  Como lo encargó el Poder Revisor de la Constitución.

Hoy, los jueces seguimos estando dispuestos: a ver siempre por el interés superior; a poner por delante el bienestar de todos, a corregir, a costo presente, las desviaciones y los abusos del poder, que desborden los cauces constitucionales.  Eso quiere la sociedad; eso, nos manda la constitución y, eso, nada más, eso, haremos.

Habremos de conducir este proceso: con valor, inspirados en el amor a la Nación, en la creencia en  un país democrático y justo, que es el país, que más  nos conviene a todos.

Hoy, es preciso predicar con el ejemplo de, honestidad, de equilibrio y sobre todo de sumisión, a la Constitución: a la única a quien los jueces la debemos. 

Es preciso actuar con apego y respeto, irrestricto, a los principios y valores que de ella emanan.

Señoras y señores:

Respetemos a las instituciones.

Respetemos a la división de poderes;

Sigamos la templanza y la fortaleza moral de Juárez, entendamos que en momentos difíciles y extraordinarios, debemos apegarnos a la ley, como fórmula de paz y de certidumbre.

Necesitamos que funcionen con normalidad las instituciones de la República.

Nada justifica incumplir la constitución y los derechos humanos.

Respetemos las formas y la legalidad.

Respetemos la esencia de la República, que es la legalidad.

Dejemos que las instituciones funcionen.

Unidos demos la batalla, juntos, con y en la dignidad de la Ley.

Celebremos hoy a Juárez, cumpliendo en justicia y equilibrio, con el nuevo orden constitucional del siglo XXI, que, nos acerca más, al Estado constitucional y democrático de Derecho, en el que todos, todos  queremos vivir.

Muchas gracias.

 

 

 

 

Acerca de canaljudicial
Canal de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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