Ofrenda de Día de Muertos
02/11/2012 Deja un comentario
Es la mezcla de olores, sabores, texturas y colores en torno a la cual perdura una de las tradiciones más arraigadas en México.
La ofrenda de día de muertos tiene su origen en la época prehispánica, mucho antes de la llegada de los españoles.
Los antiguos mexicanos tenían cuatro celebraciones al año para recordar a sus muertos, de acuerdo a la forma en que habían fallecido.
En cada conmemoración instalaban una ofrenda similar a la que habían montado en el funeral.
“Cuando alguien moría en el mundo indígena precolombino, después de haber embalsamado, de haber envuelto el cadáver en mantas y de haber puesto frente al cadáver una jícara con pulque, ponían también ponían una ofrenda de comida, en general era maíz, tamales, tortillas”, Patrick Johansson, Investigador Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
“Se pone la ofrenda para que sea el muerto quien regrese a convivir un poco las almas a convivir con sus familiares y entonces se le pone todo aquello que puede ser interesante para que regrese”, Lucia Sáenz, Directora Museo Casa del Risco.
Los investigadores aseguran que con estas ofrendas y rituales, se ayudaba al difunto en su paso por el inframundo.
“Se suponía que después de cuatro años de transe en el inframundo, se había reciclado de algún modo el ser y ya no necesitaba de los vivos para ayudarle en sus peripecias en el inframundo”, Patrick Johansson, Investigador Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Con la llegada de los españoles, el culto a los muertos sufrió algunas modificaciones.
Las cuatro celebraciones que se realizaban al año se redujeron a dos, como las conocemos actualmente:
El Día de los Muertos Pequeños y el de los Adultos, que además los españoles hicieron coincidir con las conmemoraciones de todos los Santos y los Fieles Difuntos, el uno y dos de noviembre.
Como parte de la conquista espiritual, las ofrendas prehispánicas se transformaron en altares, como los que hay dentro de las iglesias.
“Con los españoles aparece la palabra altar, que ciertamente fue incluida para diferenciarse muchas veces cuando ellos habían aceptado que perdurara así la fiesta indígena, pues tenían que poner algo de lo suyo”.
“El altar es decorar hacia arriba, hacia el cielo y con estas ramas, que se decoraban en muchas ocasiones era lo que simbolizaba esta persona, ahí se ponía la cruz, se ponía la foto, ahí se colgaban panes”, Marina Hernández, Investigadora del Centro Cultural Casa del Risco.
Con el paso del tiempo, las ofrendas o altares de muertos se han enriquecido y hoy son el reflejo de la diversidad cultural del país.
Los altares más comunes son los de dos niveles, que representan el cielo y la tierra.
“Los mazahuas por ejemplo ponen una mesa, la decoran con todos los alimentos que le gustaban al muerto, a sus ancestros y además se adicionó una cruz, se adicionó un santo, su santo protector”.
Aunque hay zonas del país donde el altar de muertos tiene siete niveles, que representan los pasos necesarios para llegar al cielo y lograr así el descanso eterno de los difuntos.
Juan Carlos González