Previo al inicio de la sesión en la que sería despedido. el Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano, bajo al Pleno del Máximo Tribunal, custodiado por 2 de sus nietos, familiares y colaboradores.
A las 10:40 horas, salió de la que fue su oficina en los últimos 17 años.
Al arribar a la zona de Murales, fue recibido con un prolongado aplauso.
Posteriormente ingresó al Salón de Plenos y se trasladó al antepleno, para ponerse por última vez su toga de ministro.
Retornó con sus compañeros, pasadas las 11 horas, dando inicio la sesión solemne de plenos de la Suprema Corte, Consejo de la Judicatura y del Tribunal Electoral, en la que serían despedidos él y su compañero Guillermo Ortiz.
Lo primero en observarse fue su semblanza.
La Ministra Margarita Luna Ramos, fue la encargada de exaltar sus virtudes y trayectoria.
Calificándolo de hombre honesto, caballero de la justicia, de pensamiento jurídico excepcional y comprometido con el país.
Lo definió como un hombre combativo, de aguda ironía y fino sarcasmo.
“Don Sergio, con una cultura general y una cultura jurídica avasallante, brillante en la metáfora, agudo en la ironía, fino en el sarcasmo, reverente para el dolor histórico, sutil en la apreciación literaria, acude para ilustrar sus ideas a la más reciente polémica de su género, a los clásicos o al último acontecimiento periodístico”.
Discurso, en el que expresó la opinión de su hija Alicia.
“Es un padre, un padre como un buen cazador que además siembra la tierra para que su madre coseche, que dota de cimientos sólidos a la casa, que proporciona materiales nobles para que su madre construya el hogar, que te lleva todos los días al colegio, que te obliga a pensar, un padre, amigo, tú amigo, un padre feliz, feliz antes que nada”.
El Ministro Aguirre habló por última vez ante sus compañeros, familiares, colaboradores y amigos.
“Para administrar justicia de verdad y buena fe, mejor que letraduría buen linaje hay que tener, si el saber es de letrados, es de jueces la honradez, no juzga mejor un sabio que juzga un hombre de bien, el letrado finja ciencia, más sepa el juez su deber, que el talento se simula, pero nunca la honradez”.
El Ministro Aguirre Anguiano, habló de su vida, misma que dividió en 4 sonatas.
Agradeció las virtudes que vieron en él, sus amigos.
“Aquí, mis amigos, me felicitan y me destacan cualidades que dicen que tengo, que con su cariño, generosidad las ubican en mí, desde luego, con hiperbólica desmesura”.
Su primera sonata o primavera la vivió en Guadalajara, en donde creció en compañía de sus padres, familiares y amigos, estudio derecho, profesión que lo deslumbró.
“Y todos los filósofos y sociólogos del derecho, que creo fueron esculpiendo en mí espíritu el amor por la justicia, la legalidad y la paz”.
Su verano inicio, cuando recibió su título de abogado y comenzó a litigar.
En tanto su otoño, dijo, inició cuando fue nombrado Ministro de la Suprema Corte en 1995, cargo que asumió con zozobra, ansiedad y desasosiego.
“Ante la enormidad de este quehacer, que finalmente afectaría a seres humanos concretos, tuve la fortuna de tener preclaros ejemplos, en otros ministros compañeros de faena, cuya lucidez, poderío intelectual, capacidad argumentativa y profundidad jurídica acuciaron mi espíritu para seguir esas lides”.
Aguirre Anguiano, no quiso irse sin manifestar su preocupación, por la relevancia que tienen los derechos humanos.
“La apoteosis de los derechos universales, la mayoría de ir llenando todo con derechos fundamentalísimos en exceso y descontrol, solo provoca el debilitamiento de la sociedad, de sus instituciones y sus autoridades, pero aún implica la trivialización de los verdaderos derechos humanos, cuestión que se debe advertir sobre todo por las cortes supremas, como máxima autoridad del derecho”.
Su sonata de invierno, dijo, iniciaba con una mezcla de certeza e incertidumbre.
“No vestiré ya jamás la honrosísima toga de ministro, ni tendré la responsabilidad compartida de conducir la nave de la constitucionalidad a puerto seguro, lo cual quedará en las diestras mentes, de mis hasta hora colegas integrantes del súper colegio en el que hoy es mi último día de pertenencia jurídica”.
Reconoció que aún no sabe a qué se dedicará en lo futuro, pero sí tiene la certeza de que disfrutará su futuro.
“Otra certeza más, es que trataré de ser mejor amigo para mis amigos, mejor amigo para Sergio, mi hijo y para Claudia, para Analicia y para Eduardo, para Adriana y para Carlos, y por supuesto mejor abuelo para Sergito, Carlos, Eduardo, Juan Pablo, Inés, Helena y Julia, pero todo mundo, lo adivinó, mejor esposo para Licha”.
Sus compañeros le entregaron un reconocimiento, a través del Ministro Presidente, Juan Silva Meza.
El Ministro Aguirre se dirigió al antepleno, acompañado de su esposa, para quitarse la toga y abandonar la que fue su casa en los últimos 17 años.
José Luis Guerra García