Es necesario un cambio del discurso emotivo de los derechos humanos a un discurso técnico en la materia, aseguró José Ramón Cossío, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Vamos a acabar generando más resistencias que impulsos y a partir de ahí tenemos que generar un discurso técnico… Mí lo que me da mucho temor es que acabe, en un momento de gran inseguridad en el país, y de muchos problemas, acabe confundiéndose y digan: esos de los derechos humanos son ingenuos, ilusos, naive”.
En el Encuentro de Derechos Humanos, Jurisprudencia y Presupuestos de la Ética, destacó que las reformas constitucionales de derechos humanos y amparo rebasaron a las instituciones.
Remitió a un caso de protección de los derechos de los pueblos indígenas.
“Hay lenguas para las cuales no hay defensores, hay lenguas donde no hay traductores, no hay, es un problema donde el estándar constitucional se puso muy alto, está bien es una decisión democrática, pero no se ha construido, como creo que pasa en muchas cosas, donde no se ha hecho una construcción institucional que responda a esto”.
Rafael Estrada Michel, Director del INACIPE, destacó que además de la interpretación pro persona, debe haber una interpretación normativa pro dignitate.
“Porque cualquier discriminación que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto menoscabar derechos y libertades de las personas es una discriminación prohibida por nuestro orden constitucional”.
Luis Miguel Cano, asesor en materia de derechos humanos de la Suprema Corte, aseguró que el principio pro personae, debe ser el eje para determinar cuál es la fuente normativa a que se debe recurrir.
“Nuestra constitución nos puede llevar a confusión… Estas confusiones de los artículos constitucionales, creo que han dado la pauta para que haya quien piense que el parámetro de control de constitucionalidad no barca las fuentes convencionales”.
Es necesario establecer parámetros al principio pro personae, destacaron, para que se sepa para qué sirve y no se convierta en un criterio subjetivo.
Mario López Peña