En 2003 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO, declaró a la fiesta de Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esta festividad representa uno de los ejemplos más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, así como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor plenitud de grupos indígenas que actualmente habitan nuestro país.
Estudios antropológicos constatan que las celebraciones dedicadas a los muertos no sólo comparten una antigua práctica ceremonial, donde conviven la tradición católica y la precolombina, sino también manifestaciones que se sustentan en la pluralidad étnica.
Manifestaciones a través del lenguaje, literatura, música, danza, juegos, mitología, rituales, costumbres, el saber de los artesanos, de los antepasados, la arquitectura y otras formas de comunicación e información.
El patrimonio oral e intangible ha sido definido por expertos internacionales como procesos aprendidos de la gente junto con el conocimiento.
Habilidades y creatividad que son desarrolladas por ellos, por los productos que crean.
Estos procesos proveen a comunidades vivas un sentido de permanencia con las generaciones anteriores, e importantes para la identidad cultural, para salvaguardar la diversidad cultural y la creatividad de la humanidad.
Oscar González